Antigua cantera de piedra caliza de Cuchía, Cantabria, 2012.
Antigua cantera de piedra caliza de Cuchía, Cantabria, 2012.

el paisaje industrial

1 de octubre de 2013
El paisaje industrial, entendido como paisaje cultural, es una elaboración intelectual que necesita ser construida a partir de los elementos que lo componen: aislados, éstos no suelen tener más valor que el de resto arqueológico y reflejo cultural de un determinado periodo histórico (Trachana, 2010). Por tanto, la creación del paisaje industrial requiere una mirada no sólo historicista sino territorial y comprensiva sobre la propia sociedad industrial. El paisaje industrial para ser paisaje necesita ser percibido en una dimensión territorial que exceda los límites físicos de la actividad, que relacione los elementos que lo forman como parte de una identidad territorial (Lalana y Santos, 2009).

Los objetos industriales -fábricas, minas, canteras o ferrocarril- no pueden entenderse, por tanto, aislados en el territorio al que pertenecen, sino que deben leerse como una superposición de estratos y escalas que nos permiten pasar del objeto industrial al territorio industrial y de este, al paisaje a través de la mirada. Sólo descubriendo las sinergias que se establecen entre ellos, mediante una interpretación territorial que relacione todos los elementos entre sí como parte de un sistema territorial productivo extenso y complejo, podremos comprender el objeto industrial.

Para ser paisaje, no obstante, el objeto industrial debe ser primero patrimonio: no debe entenderse aquí patrimonio en el sentido de algo valioso en el plano material, sino más bien como algo valioso en el plano afectivo. En ese sentido, el patrimonio industrial sólo puede ser patrimonio si la sociedad lo reconoce como propio, como una parte inseparable de ella, como un elemento valioso e identitario que debe ser legado a generaciones futuras. Necesita, por tanto, un reconocimiento colectivo de su valor como testimonio, como identidad y como recurso propio de una sociedad con la previamente ha establecido una relación afectiva (Lalana y Santos, 2009).

La sociedad y su patrimonio establecen una relación como un todo identitario en el lugar, de tal modo que una sociedad que pierda su patrimonio se transformará en otra sociedad y un patrimonio que pierda su sociedad desaparecerá: los lugares almacenan en la toponimia elementos de identidad. La toponimia como taxonomía, clasifica el territorio y aporta un valor a la simbología de los lugares, describiendo el patrimonio industrial al mismo tiempo que lo nombra. El topónimo, como testigo de paisajes ya desaparecidos, es imagen de la identidad de la sociedad con sus paisajes (Martínez de Pisón, 2000). Es decir, el topónimo es la consecuencia de la mirada: se nombra aquello que se interioriza, aquello que se percibe, que se construye culturalmente como imagen de la realidad en el seno de una colectividad, de tal modo que hay una forma de ver, de interpretar, en cada sociedad (Maderuelo, 2010). La sociedad se apropia de ese modo del territorio –su territorio-, le da una identidad –su nombrey se vincula afectivamente a él, transformando el patrimonio y el territorio en paisaje.

Los nuevos paisajes surgidos tras el fin del uso productivo introducen en el territorio nuevos valores e identidades relacionados con la nueva sociedad -o con la sociedad evolucionada- que lo habita. En general, los usos productivos son sucedidos por usos lúdicos y turísticos vinculados a la regeneración ambiental de los suelos y los espacios, una restauración del área explotada que intenta reintroducir las condiciones naturales preexistentes del medio. Sin embargo, estas acciones suprimen elementos identitarios característicos del paisaje industrial, señales y restos culturales -memoria- de las sociedades que lo habitaron: suponen la desaparición de un buen número de elementos que, si bien aislados pueden carecer de interés -incluso de valor estético, cultural o histórico-, en conjunto describen una forma de vivir y usar el territorio. Es la pérdida de la memoria obrera (Lalana y Santos, 2009).

La restauración ambiental es, en realidad, un método conceptual para la creación de un nuevo paisaje que tiene poco que ver con la recreación de la identidad preexistente al uso industrial. Los nuevos paisajes naturales creados son paisajes tan genéricos como aquellos que aparecieron con la implantación del uso industrial: si las mismas herramientas y las mismas técnicas aplicadas a la explotación de un lugar crean paisajes similares, el empleo de las mismas técnicas de restauración creará similares paisajes naturales. Ese nuevo paisaje surge, así, desconectado de su realidad territorial: son paisajes aterritoriales, autónomos, reducidos a una imagen clonada sin contexto que no establece sinergias ni relaciones con su entorno inmediato (Muñoz, 2012).

Eso no significa que los nuevos paisajes carezcan necesariamente de valor: la restauración ambiental puede crear hábitats de una calidad ecológica que permita acoger poblaciones de gran interés biológico. Sin embargo, estos espacios quedan desconectados inicialmente de la identidad local: necesitan ser interiorizados, valorados y aceptados para que la sociedad local pueda apropiarse de ellos e incorporarlos a su memoria colectiva. Es decir, deben ser patrimonializados. Aparece así una paradoja: la rehabilitación de un paisaje productivo degradado, pero incorporado a la memoria colectiva por la sociedad, borra las huellas del pasado productivo de ese paisaje transformando la identidad local.

Así, el paisaje actual del uso industrial como mirada e imagen es tanto una representación de un espacio natural anhelado individual y colectivamente como un espacio soporte para la introducción de un nuevo uso. Es también una representación que ha olvidado los valores del uso industrial anterior. Esa imagen-paisaje reúne en un único elemento las aspiraciones de la sociedad y el derecho legítimo de ésta a decidir sobre su paisaje (Priore, 2002): la reintroducción de las condiciones naturales del medio o la reutilización del ámbito para un uso nuevo, radicalmente diferente, crean un nuevo paisaje en el que la cultura y su patrimonio industrial no son entendidos inicialmente como elementos valiosos de identidad. Sólo el paso del tiempo, y una cierta mirada nostálgica sobre el lugar, consecuencia del sentimiento de pérdida de la identidad industrial, permiten reconciliar a la sociedad con su paisaje industrial (Juaristi, 2007).

Bibliografía:
JUARISTI LINACERO, J. (2007): “El paisaje industrial: entre el patrimonio histórico y la tecnología”. Fabrikart: arte, tecnología, industria, sociedad, nº 7, 96-113.
LALANA SOTO, J. L. y SANTOS GANGES, L. (2009): “Las fronteras del patrimonio industrial”. Llámpara: patrimonio industrial, nº 2, 7-20. Valladolid.
MADERUELO, J. (2010): “El paisaje urbano”. Estudios Geográficos, Vol. LXXI, nº 269, 575-600.
MARTÍNEZ DE PISÓN, E. (2000): “Valores e identidades” en El paisaje: valores e identidades (Martínez de Pisón, E. y Ortega Cantero, N., eds.). Madrid. Universidad Autónoma de Madrid, Fundación Duques de Soria, 11-45.
MUÑOZ, F. (2012): “Els paisatges de la perifèria, avui: construint la mirada sobre la ciutat al segle XXI” en Franges. Els paisatges de la perifèria (Nogué, J., Puigbert, L., Bretcha, G. y Losantos, A., eds.). Olot, Girona. Observatori del Paisatge de Catalunya.
PRIORE, R. (2002): “Derecho al paisaje, derecho del paisaje. Motivaciones sociales y objetivos políticos de la evolución de la aproximación al paisaje en el derecho europeo”, en Paisaje y Ordenación del Territorio (Zoido, F. y Venegas, C., coord.). Sevilla, Consejería de Obras Públicas y Transportes y Fundación Duques de Soria, 92-99.

2 ideas sobre | thoughts on el paisaje industrial

  1. Beatriz Díaz

    Todo el artículo me está viniendo a la mente la ciudad de Detroit…¿has visto las hermosísimas imágenes de la decadencia que han salido en el telediario de la 1? Para no perdérselas. Impresionantes.
    Por otro lado, palabras como ‘sinergias’ o ‘taxonomía’ asustan bastante a un lector poco experimentado. En concreto ‘taxonomía’ personalmente he tenido que buscarlo en el diccionario. Pero supongo que no pretendes que sea ‘para todos los públicos’, ¿verdad?¿o sí?

  2. Miguel Ángel Venegas Pérez

    Hola Bea, muchas gracias por tu comentario :)
    Sí, es cierto que esa imagen de ruina y decadencia que proyecta Detroit tiene un potencial estético enorme como paisaje industrial pero creo que aún falta en Detroit -y en muchos otros lugares muy cerca de aquí, por cierto- cierta noción de patrimonio, de que estos objetos industriales no son solo valiosos por su potencial económico sino que son depositarios de valores culturales y sociales. Si no se tiene esa sensibilidad social, el paisaje industrial se queda reducido a una imagen de postal -que puede ser muy bella, no obstante-.
    Por otro lado, parece que Detroit sufre una decadencia tanto física como identitaria: es cierto que ha perdido más de la mitad de su población en los últimos 50 años -era la cuarta ciudad más poblada de Estados Unidos y ahora es la decimoctava- pero su zona metropolitana ha aumentado su población un 30% en ese tiempo; como la ciudad está en decadencia, quien puede prefiere asentarse en la zona metropolitana, en barrios nuevos de clase media o alta, con lo que la ciudad es cada vez más extensa y menos densa; a consecuencia de ello, los servicios públicos básicos no pueden ser atendidos porque falta población para la ciudad -y además la población que queda no tiene capacidad económica para sostener con sus impuestos la ciudad-; si aumenta la distancia entre vivienda y trabajo, y la ciudad es menos densa, la red de transporte público no es eficiente por lo que los desplazamientos solo pueden realizarse en coche privado -en la ciudad del motor, eso es una gran oportunidad de negocio-; y al mismo tiempo aumenta la conflictividad porque no existe una adecuada mezcla social sino una ciudad estructurada en guetos y barrios dedicados a usos específicos o habitados por clases y grupos sociales concretos. Así, el sentimiento de identidad y de pertenencia se diluye, y con ello la valoración del patrimonio industrial y de su paisaje porque es difícil identificarse con un lugar en el que solo estás de paso… pero bueno, esto solo es mi opinión personal de por qué Detroit es una ciudad fracasada -¡espero no haberme ido mucho de tu comentario!-. La verdad es que es un caso muy complejo que hay que investigar con calma, así que lo apunto para otra entrada.
    En cuanto al contenido, mi idea es alternar en el blog textos más complejos con otros más sencillos, o incluso pedir colaboraciones puntuales. Algunos textos serán más para todos los públicos que otros, pero eso veremos cómo evoluciona ;)

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